La educación primero
Por: Ana María García San Juan
Hace ya mucho tiempo, cuando entré en el mundo de la protección de los animales, como la mayoría de las personas que dedican gran parte de su tiempo a salvarlos del abandono y de los malos tratos a que se les somete, yo también creía que la mejor labor que se podía hacer era recogerlos y llevártelos a casa donde terminaban siendo cada vez más,molestando a familiares y vecinos y creando cada vez más problemas. O llevándolos a un albergue, una auténtica perrera en la mayoría de los casos, donde malvivían hasta que morían destrozados en peleas debidas al hacinamiento, pasaban hambre, enfermaban sin que un veterinario les ayudase y dejaban pasar sus días esperando a que volviera la mala persona que había sido su dueño y que un día decidió que ya estaba bien de juguete y se los quitó de encima inventándose múltiples razones para acallar su conciencia.
En España, en general, y en Canarias en particular, la labor más dura de las protectoras es convencer a los gobernantes de que una de sus obligaciones, lo dicen incluso nuestras leyes, es cuidar de los animales y poner los medios para educar a niños y mayores para evitar que sean abandonados y maltratados. Pero, ¿quién los educa a ellos?.
En España, en general, y en Canarias en particular, la labor más dura de las protectoras es convencer a los gobernantes de que una de sus obligaciones, lo dicen incluso nuestras leyes, es cuidar de los animales y poner los medios para educar a niños y mayores para evitar que sean abandonados y maltratados. Pero, ¿quién los educa a ellos?.
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